OPINIÓN PÚBLICA
Este término nos puede generar controversia según como lo apliquemos, personajes como
Habermas muestra variedad de hechos aludidos por este término, así como una relación estrecha
con la dinámica de poder y procesos políticos.
Habernos delimita el concepto de opinión pública con relación al espacio público:
“Los ciudadanos se comportan como público, cuando se reúnen y conciertan
libremente, sin presiones y con la garantía de poder manifestar y publicar libremente
su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses generales. En los casos
de un público amplio, esta comunicación requiere medios precisos de transferencia
e influencia: periódicos y revistas, radio y televisión son hoy tales medios del
espacio público” (Habernos, 1973)
La generación de opinión va entorno a diversas cuestiones en las que distintas personas
pueden tener intereses en común. Según lo mencionado antes se genera un espacio. La opinión
pública puede manipularse e instrumentalizarse, pero a costa de perder de vista la realidad propia
de los individuos.
No se debe olvidar que la crítica pública es cualquier fenómeno comunicativo y psicosocial
que es dependiente del entorno histórico y sociocultural. Es dependiente del tipo de sociedad y de
los intereses políticos del instante; simultáneamente que es producto de diversos componentes: de
la personalidad de las personas, de los estratos sociales, de la manera de régimen, del sistema
educativo imperante, de la acción de los medios de comunicación, etcétera.
A la crítica pública se la relaciona con el espacio público. De instante tenemos la
posibilidad de asegurar que en la crítica pública existe cualquier incesante flujo de mensajes y
discursos que circula cotidianamente en la sociedad. Por consiguiente, tenemos la posibilidad de
tener en cuenta la crítica pública como cualquier tejido social que refleja la cultura, los valores y
las instituciones y que se propaga por medio de los diversos canales de comunicación social.
PERSONIFICACION DE LA OPINION PÚBLICA
La opinión pública es vista como una gran fuerza que descansa sobre un grupo y expresa
desde ahí su postura ante los temas que vayas surgiendo. De aquí suelen partir metáforas como la
“voz de la opinión pública es la conciencia del pueblo”, este poder que ejerce puede ser utilizado
para bien o mal según sea la situación y conciencia de sus miembros. Pongamos de ejemplo que
la opinión pública de hace doscientos años apoyaban la esclavitud, y luego en el siglo XIX esta se
oponía, cambiando totalmente su punto de vista, son grupos de individuos específicos que
coinciden en algo en un momento y en otra cosa en momentos diferentes.
Hay cierta continuidad psicológica que las personas conservan en todo el tiempo ciertas
ideas comunes, tradiciones, prácticas y fórmulas que condensan su pasada vivencia; cualquier
“reservorio” de creencias y prácticas aceptadas desde el cual se toma partido frente a varios asuntos diarios.
El error, es hacer de estas posiciones neuronales corrientes de cada persona una especie de
alma colectiva llamada “opinión pública” que observa y dictamina frente a los sucesos de
actualidad, así, resulta ser no cualquier segmento del comportamiento, sino cualquier producto
discreto de la relación entre personalidades creativas.
PRODUCTO GRUPAL
La opinión pública se puede llegar a entender como un producto novedoso que surge o
emerge de la discusión grupal, que representa la armonía de mentes individuales, se puede
constituir como un paso en el camino a la decisión social.
No hay forma de saber si el producto de la interacción de un grupo sea completamente
factibles en un grado mayor u menor que las opiniones individuales. Por otro lado permite ver las
motivaciones de cada individuo. No se está negando la probabilidad de que exista cualquier
producto superior nacido de la relación entre personas. Lo que se quiere afirmar es que, si existe,
no se conoce de qué forma, cómo estudiarlo, identificarlo o ponerlo a prueba o bajo qué cánones
debería juzgarse su valor. Aun cuando no logren falsearse en el plano de la controversia teórica.
Las personas defensoras tomaron como modelo sociedades pequeñas, plenamente inclusivas,
rurales o fronterizas donde la habituación a la naturaleza y el prójimo es directa y la crítica común
idéntica a la vida en común; quizá creía en discusiones entabladas destinados a alcanzar una
conclusión que satisfaga a todos los interlocutores. Sin embargo en nuestras propias poblaciones
urbanas, monumentales y continuamente crecientes, complicadas en su organización y estructura,
donde el contacto cara a cara está cediendo el paso a las relaciones expertos y de rol, cabe dudar
de que una buena parte de las conclusiones del sujeto se deriven de la controversia con los otros.
Algo de aquello ocurre, sin lugar a dudas; empero alterado por el condicionamiento emocional, la
susceptibilidad a los estereotipos, símbolos y ocupaciones persuasivas de los dirigentes políticos
además de la inquietud inflexible por los intereses propios. En todo caso, la iniciativa de que la
crítica pública es cualquier producto del pensamiento en grupo que trasciende el raciocinio de las
personas y se erige como una especie de voluntad o juicio supraindividual es científicamente
estéril. Como las anteriores, la motivación de esta teoría podría ser el quiero de los publicistas de
cualquier apoyo colectivo a sus ocupaciones. El optimismo de las teorías emergente y conduce a
una falsa estabilidad que tiende a descuidar la indagación empírica de las opiniones en sí mismas.
REFERENCIAS
J. HABERMAS, «Öffentlichkeit (ein Lexikonartikel) 1964», reed. en Kultur und Kritik.
Francfort a.M.: Suhrkamp, 1973, p. 61.
Boladeras Cucurella, M. (2001). La opinión pública en Habermas. Anàlisi: quaderns de
comunicació i cultura, (26), 0051-70.
Gómez, P. (2009). Opinión pública y medios de comunicación. Teoría de la agenda setting.
Allport, F. H. (2009). Hacia una ciencia de la opinión pública. Athenea Digital. Revista de
pensamiento e investigación social, (16), 141-152.
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